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Cuento. Baúl de encantos

Actualizado: 21 abr


Eran muchos los encantos que la princesa guardaba en su baúl. Cuando quería ganarse la admiración de sus padres los sacaba y se adornaba con ellos. Un día se le ocurrió ponerse sus encantos y salir a pasear por todos los corredores del castillo; ese día se sintió muy bien porque consiguió la simpatía y admiración de todos los habitantes, servidores y visitantes del lugar.


Cada día la princesa sacaba de su baúl los encantos y se adornaba, luego salía en busca de la admiración que la hacía tan feliz, un día decidió no volver a quitarse los encantos y continuamente pedía ser elogiada; algunas personas del castillo se cansaron ante las exigencias de la princesa y poco a poco se tornaron indiferentes. La princesa furiosa por lo que interpretó como rechazo y desamor, le pidió a su padre que expulsara del reino a todos aquellos que la ignoraban porque eran personas malas, pues una buena persona siempre admiraría sus encantos porque ella se consideraba a si misma grandiosa y merecedora de la atención permanente de todos.

El rey que le concedía todos los deseos a la princesa, muy pronto se dio cuenta que generó un caos, porque muchos de sus súbditos no estaban cumpliendo con sus obligaciones básicas por dedicarse a labores de elogios, aplausos y felicitaciones todo el día; los demás miembros de la realeza buscaban maneras de evitar encontrarse con la princesa y muchos de los visitantes habían dejado de frecuentar el castillo ante las exageradas peticiones que se veían obligados a cumplir.

Cuando el rey se dio cuenta de su grave equivocación fue a consultar a la hechicera del reino y esta le dijo que debía llevar a la princesa al Bosque del Silencio y dejarla allí.

La princesa se entusiasmó con la idea de ir a aquel bosque, pues creía que allí encontraría nuevos admiradores para sus numerosos encantos.

Cuando la princesa se dio cuenta que allí no había nadie, desesperada quiso salir corriendo; en ese momento se le apareció la hechicera y le dijo que del bosque solo podía salir quien hubiera descubierto su ser interior, que ella la acompañaría cada día por los

senderos que ella quisiera recorrer y cuando ella decidieran emprender dicha tarea. Dicho esto, desapareció.


La princesa se refugiaba en una modesta cabaña y cada día su padre le enviaba alimentos. Después de varios meses de estar sin admiradores y teniendo por compañía solamente a los pequeños animalitos del bosque decidió buscar a la hechicera y pedirle que la acompañara a cumplir con el reto necesario para salir de aquel bosque.

Cada mañana la hechicera acompañaba a la princesa a explorar los caminos y las rutas necesarias. En una de esas caminatas la princesa decide quitarse sus encantos porque le entorpecían para poder avanzar de manera más liviana por el sendero. Con cierta sorpresa recordó que era posible despojarse del todo de sus encantos, después de hacerlo se sintió tranquila y pensó que al fin y al cabo ya no los necesitaba porque en aquel bosque no había nadie a quien impresionar.

Cada día siguió realizando sus recorridos por el bosque con la hechicera y empezó a darse cuenta de que si caminaba sin sus encantos se sentía mucho mejor, ya no tenía el agotador trabajo de buscar la atención permanente de los demás.

La hechicera entonces supo que la podía llevar al lago para que viera su imagen reflejada en el agua, porque la princesa se había olvidado de su verdadero ser, se había ocultado detrás de sus encantos por temor a que los demás descubrieran sus temores y sus errores.

Cuando llegaron al algo la hechicera le dijo a la princesa que durante toda la vida se la había pasado buscando que otros la amaran por lo que hacía, incapaz de mostrarse como realmente era. Aquel día aprendería que su grandeza radicaba en reconocer sus puntos débiles y aceptarse a sí misma, perdonarse por sus errores. El amor más importante era el propio.


Fanny Alexandra Gallego Lopera


Imagen de Franz Bachinger en Pixabay

Imagen de Ralf Seemann en Pixabay


¡Divertido, útil y bien heco!




Psicóloga de profesión,

emprendedora por convicción

profe de vocación,

mamá por amor

y escritora por pasión.


Fotografías @cpembert


Mentora de emprendedores en Corporación Mundial de la Mujer (De Mis Manos), Parque del Emprendimiento y otras entidades del ecosistema de emprendimiento de Medellín y Colombia. Docente de la Universidad de Antioquia y Universidad Cooperativa de Cololmbia. Consultora Empresarial. Mamá de Emanuel y Selene. Escritora aficionada de cuentos y poesía, he publicado tres libros Mil lunas y un delirio, Bitácora de sueños y Emprendizaje: el proceso de aprender a emprender.


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